ACUDÍ A CONFIRMAR EN SU LECHO DE MUERTE A VARIAS DE ESAS POBRES VÍCTIMAS

 “Estamos bajo la fatal epidemia del cólera que se lleva cada día, tanto de 30 a 40, como a 20 o 25 personas. Los que llegan están en peligro. Ayer, toda una familia de cinco personas pereció al volver a la ciudad, después de haberla dejado al comienzo de la epidemia.  Hice bien en no considerar ese peligro, cuando el deber me ha traído a mis ovejas y hasta ahora no me he sentido mal. Ninguno de los nuestros ha sido contagiado tampoco”.

Carta al P. Ferdinand Grenier en Nancy, Septiembre 30, 1849, EO X, núm. 1023

Tanto el Obispo Eugenio como el clero Oblato y diocesano realizaban valerosamente su ministerio con los afectados por la epidemia de cólera.

“La intensidad del cólera no ha disminuido; sin embargo, son raros los casos fulminantes. Al volver acudí a confirmar en su lecho de muerte a varias de esas pobres víctimas, y el único mal que he sentido fue mi corazón desgarrarse y del que es imposible defenderme al ver tal calamidad”.

Carta al P. Ambroise Vincens en N. D. de L’Osier, Octubre 12, 1849, EO X núm. 1024

REFLEXIÓN

“El final de la vida merece tanta belleza, cuidado y respeto como su inicio”.
(Autor desconocido)

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TODA MI VIDA HE DESEADO MORIR VÍCTIMA POR LA CARIDAD

Eugenio había estado visitando las comunidades del centro de Francia y estando ahí, también había bautizado al hijo de su sobrina, que estaba por alumbrar.  Recibió noticias de Marsella respecto al brote de una epidemia de cólera.

“Mi inquietud es tan grande que temo caer enfermo por ello.  Pensar en lo que pasa en Marsella llena mi alma de tristeza, no me alegra estar en el seno de mi familia; mi deber me llama a otra parte”.

Eugenio le recuerda a Tempier que su ausencia no se debe al temor, algo que nunca mostró.

“Me conoces lo suficiente como para estar convencido de que no he tenido ni el menor temor. Toda mi vida he deseado morir víctima por la caridad”.

Carta al P. Henri Tempier, Septiembre 12, 1849, EO X núm. 1018

REFLEXIÓN

Eugenio sentía tal amor por Dios que deseaba que toda su vida fuera una oblación a Él.  No se trata de una teoría, sino de un servicio de amor y auto-sacrificio.

“Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.  (Mateo 25: 40)

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LA MISA DE ESTE DÍA SE HA CONVERTIDO EN UNA INSTITUCIÓN

“Dos de agosto, aniversario de mi Bautismo. Misa con las Hermanas Capuchinas. La Misa de este día se ha convertido en una institución.  No puedo pensar en una mayor ayuda que las oraciones de estas santas damas para dar gracias a Dios por el favor de mi regeneración”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Agosto 2, 1849, EO XXII

REFLEXIÓN

Para Eugenio, el aniversario de su bautismo era más importante que su cumpleaños, por ser su nacimiento a la vida de Jesucristo.

«La comunidad cristiana te recibe con gran alegría.  A nombre todos los aquí presentes y todo el pueblo de Dios, te reclamo para Cristo por la señal de la cruz”.  (Rito del Bautismo)

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QUE NO TENGAMOS ENFERMEDADES Y NOS SINTAMOS COMO SI SOLO TUVIÉRAMOS 30 AÑOS

“Al final de mi año 67, casi 68 de edad, los años se acumulan sin estar consciente de ello. Cada año nos acercamos más a la tumba, y, aun así, es posible ver la distancia recorrida al fijar nuestra atención al celebrar el aniversario de nuestra llegada al mundo.  ¿Qué importa que no tengamos enfermedades y nos sintamos como si solo tuviéramos 30 años?  Se está obligado a tomar en cuenta el día que recuerda nuestro nacimiento”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Agosto 1°, 1849, EO XXII

REFLEXIÓN

Eugenio había atravesado algunas complicaciones serias en su salud años antes, necesitando largos períodos de recuperación.  Al convertirse en Obispo de Marsella, además de ser el Superior General de los Oblatos, su pesada agenda de compromisos parecía haberlo rejuvenecido, ¡haciéndole sentir como si aun tuviera 30 años!

A esto le llamamos “gracia de estado”, en la que Dios nos da la gracia y fortaleza necesaria para realizar el trabajo.  San Pablo se refiere a ello al exclamar:

“El Señor me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí”. (2 Corintios 12:9)

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DIOS LE RECOMPENSARÁ, AUNQUE ALGUIEN BUENO COMO ÉL ES UNA GRAN PÉRDIDA PARA LA CONGREGACIÓN

“Hoy, aniversario de nuestro buen Padre Mié, me entero del P. Federico Michel; era uno de nuestros mejores padres, lleno de virtudes poco comunes, lleno de talentos y de conocimiento, alguien bien formado. Salió del seminario de Grenoble para el noviciado el día mismo de su ordenación sacerdotal, sin ni siquiera pasar por su casa. Fue el 200 de nuestros Oblatos; había hecho su profesión unos meses atrás; es una gran pérdida”.

Carta al P. Telmon, Marzo 10, 1849, EO I núm. 113

El P. Frederic Michel falleció súbitamente justo después de predicar su primera misión parroquial y Eugenio anotó en su diario:

“Terribles noticias sobre la muerte del P. Michel. Justo había terminado la misión en Saint Bonnet, mostrando su celo y generosidad.  El P. Lavigne quien dio la misión con él, escribió para decirme que había actuado como un santo.  Temo que el P. Lavigne no pudiera moderar su celo o pedirle cuidara de su persona.  Temo mucho que lo que el P. Lavigne consideró un catarro y tos fuera tal vez el principio de una infección de pecho, que el pobre fallecido no deseaba cuidar.  Dios le recompensará, aunque alguien bueno como él, es una gran pérdida para la Congregación”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 10, 1849, EO XXII

REFLEXIÓN

“Un hombre que muere joven, permanece para siempre en el recuerdo de las personas.  De tener un brillo luminoso antes de partir, su luz brillará por siempre”.  (Aleksandr Solzhenitsyn)

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ESTAS POCAS LÍNEAS, TESTIMONIO DE MI RECUERDO Y TIERNO AFECTO POR USTEDES

Los jóvenes sacerdotes Charles Gondrand y Charles Baret vivían en la comunidad Oblata de Limoges y le habían enviado una carta a Eugenio, que agradecía grandemente, aunque había demorado en responderles.

“Mis queridos hijos Gondrand y Baret, si el mal espíritu les ha instigado a juzgar mal a su padre, no deberían sufrir por ello al ver llegar estas pocas líneas, testimonio de mi recuerdo y de mi tierno afecto hacia ustedes…

Su carta quedó en mi escritorio, enterrada en un montón de otros papeles, como me sucede muchas veces, cuando revuelvo para hacer lo más urgente. Cada vez que la miro, despierta en mi alma un sentimiento afectuoso que expreso exteriormente con amor. Me digo que comprenden mi respuesta y de nuevo aún está ahí la carta. ¡Si supieran cuánto los amo! ¿Qué necesidad hay de decirlo? Y, sin embargo, ¡si pudiera hablarles en lugar de escribir! ¿Qué decirles? Es un monólogo perpetuo, o más bien un diálogo, pues tengo siempre presente su recuerdo en mi corazón. No pregunto si les ocurre igual a ustedes, sería pedir demasiado; solo deseo no hayan perdido el afecto por mí al haber esperado”.

Carta a los Padres Charles Gondrand y Baret, Febrero 25, 1849, EO X núm. 998

REFLEXIÓN

«Una carta escrita puede ser vista como un regalo, pues alguien tomó parte de su tiempo para escribir, pensar y expresar amor”.  (S. Coffelt)

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ME ES UN CONSUELO VELAR ANTE EL TABERNÁCULO DEL SEÑOR MIENTRAS TODOS MIS HIJOS DESCANSAN EN UN SUEÑO APACIBLE

La preocupación del padre de familia por sus hijos:

“El día se me va y con él poder prolongar mi dulce conversación contigo. Te abrazo apresurado y te bendigo, al igual que a toda la familia que te está confiada. No necesito encomendarme a las oraciones de todos mis hijos, pero diles que todos los días en la santa misa están presentes en mi pensamiento y también por la noche, cuando estoy ante el Santísimo Sacramento, a veces de 10 a 11 horas. Me veo obligado a ello debido a mis ocupaciones del día, aunque me es también un consuelo velar ante el tabernáculo del Señor, mientras todos mis hijos descansan en un sueño apacible”.

Carta al P. Louis Dassy en Nancy, Febrero 13, 1849, EO X núm. 997

 REFLEXIÓN

 La práctica de la oraison, oración en comunión ante el Santísimo Sacramento, es uno de los regalos de San Eugenio para nosotros. Como fundador y padre, a diario hacía presentes a todas las personas que amaba al estar en comunión con ellos en la presencia de Jesús.  Ahora, siendo santo, sigue haciéndolo por nosotros, y nos invita a hacerlo por nuestros seres amados. 

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NUESTRO MAYOR RETO ES LA IGNORANCIA. HABRÁ QUE HACER TODO LO POSIBLE PARA ELIMINARLA

Desde el inicio de la existencia de los Oblatos, el objetivo fue catequizar: dar a conocer quién es el Salvador y educar en nuestra fe. El P. Hippolyte Courtès había comenzado un curso de enseñanza del catecismo en Aix, y Eugenio lo alentaba:

“No veo ningún inconveniente en cuanto a la decisión que has tomado. Hubiera sido difícil negarse a esa propuesta, que además por otra parte, concuerda con las atribuciones de nuestra Congregación. Para ejecutarla, deberás vigilar la enseñanza laica, que suele ser imperfecta e insuficiente. Habrá que saber hacer interesante el catecismo y ser algo más que uno ordinario. Para ello será necesario un plan de instrucciones que contenga lo elemental y penetre un poco más en la ciencia de la religión. Nuestro mayor reto es la ignorancia. Habrá que hacer todo lo posible para eliminarla”.

Carta al P. Hippolyte Courtès en Aix, Enero 10, 1849, EO X núm. 995.

REFLEXIÓN

«No es poco ser catequista; se trata de una actitud de permanecer con Él, ¡y es para toda la vida! Significa permanecer en la presencia del Señor y permitirle guiarnos”. (Papa Francisco)

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ANIMA SUS ESFUERZOS, MUÉSTRATE CONTENTO CON LO POCO QUE HAGAN, QUE ESO MEJORARÁ MÁS ADELANTE

El recién ordenado P. Francois-Xavier Michelier fue enviado a Nancy para ser capacitado como predicador y ser tesorero de la comunidad.  El superior, Louis Dassy, se había quejado con Eugenio: «parece no tener la mínima decisión de escribir los sermones.  Se dedica a leer todo tipo de escritos, aunque no muestra inclinación alguna por escribir”. Eugenio le respondió:

“¿Puede ese joven negarse hasta ese punto sobre sus deberes? No puede ignorar que solo lo envié a Nancy para formarse en la predicación ¿y es precisamente a ese trabajo al que se niega? Es apenas creíble”.

Por otro lado, se conocía al P. Dassy por ser muy exigente al tratar con la gente, y Eugenio le aconsejó:

 “Espero no lo hayas desanimado. Mi querido amigo, a veces vas un poco rápido en el trabajo. No siempre sabes considerar la dificultad humana. ¡Hay que tener en cuenta tanto cuidado, sobre todo con los jóvenes! No te canses tan fácilmente. Veo que estás mucho más satisfecho con el trabajo del P. Depetro; igualmente será con el P. Michelier, pero te exhorto a no exagerar y, sobre todo, no asustes a los pobres que inician. Procura que trabajen, pero anima sus esfuerzos, muéstrate contento con lo poco que hagan, que eso mejorará más adelante”.

Carta al P. Louis Dassy en Nancy, Enero 7, 1849, EO X núm. 994

REFLEXIÓN

«Una palabra de aliento de un maestro a un niño puede cambiar una vida.  Una palabra de aliento de una esposa puede salvar un matrimonio.  Una palabra de aliento de un líder puede inspirar a alguien a alcanzar su potencial.» (John C. Maxwell)

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LO QUE PIDO TODOS LOS DÍAS AL CIELO PARA LA FAMILIA QUE ME HA DADO

Ahora dejamos las misiones en el extranjero para ver lo que sucedía en Francia en 1849.

La costumbre en Francia es que las personas se envíen buenos deseos para el Año Nuevo.  Eugenio le responde al P. Dassy:

“Mi querido hijo, agradezco lo que tu afecto hacia mi te ha inspirado hacer del pasaje de Baruch [ed. Baruch 1, 12: “Para que sean los días de ellos como los días del cielo sobre la tierra”]; por mi parte, he pedido las mismas bendiciones para ti y tu comunidad desde el primer día de este nuevo año, que no es más que una confirmación de lo que pido todos los días al cielo para la familia que me ha dado y que tantos consuelos me da en medio de las tribulaciones que pesan sobre nosotros y toda la Iglesia”.

Carta al P. Louis Dassy en Nancy, Enero 7, 1849, EO X núm. 994

REFLEXIÓN

Cuando Eugenio se refiere a las tribulaciones son las revoluciones políticas de 1848 que sacudieron a Francia y a toda Europa con consecuencias para la Iglesia, testimoniadas por el exilio del Papa lejos de Roma, en Gaeta.

«Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me dan seguridad».  (Salmo 23:4)

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