El joven Padre Eugenio era un bólido lleno de energía durante sus primeros años de ministerio. Aparte de predicar a la gente que hablaba principalmente Provenzal, el dio importancia a su ministerio con los prisioneros en Aix. Escribiendo a su amigo Forbin-Janson, al describir su trabajo, dice:
Además, el domingo, iba a las cárceles para hacer una instrucción en francés a aquellos desgraciados, después de lo cual paso al confesionario para escuchar a los prisioneros que se presentan, hasta las 6 de la tarde. Antes y después de la instrucción se cantan cánticos. Termino haciéndoles la oración de la tarde
Carta a Forbin Janson, el 9 de avril 1813, O.W. XV n. 116
Uno de los primeros biógrafos de Eugenio, Rey, describe esta capellanía voluntaria con los prisioneros:
“Él los visitaba prácticamente cada día, y se aplicaba en su instrucción, confortándoles y animándoles hasta que mostraban un deseo de retornar a la práctica de sus deberes cristianos. De este modo, el provocó notable cambio en aquellas degradadas almas” (REY, Histoire de Monseigneur Charles Joseph-Eugene de Mazenod, Volume I, Maison Générale, Rome, 1928, p. 158)