Explorando las Reglas de 1813 y los Estatutos escritos por Eugenio más adelante como Reglas de Vida para los jóvenes, es sorprendente encontrar cuán detalladas y completas son. Es más, todo ello no quedó sólo como teoría, sino se vivían en compromiso y fervor por un gran número de jóvenes que elegían libremente esta forma de vida como cristianos.
En la sección titulada Tareas de la Congregación hacia sus miembros, Eugenio utiliza uno de los conceptos favoritos: el de la Congregación de los Jóvenes como madre.
Art. 1. Teniendo que ser mirada la Congregación como la madre espiritual de cada congregante, él debe encontrar en ella todos los auxilios espirituales (y aún temporales en cuanto sea posible) de acuerdo a sus necesidades.
Statuts, Chapitre XIV – Devoirs de la Congrégation envers les congréganistes
Siete años antes, al describir su vocación al sacerdocio, Eugenio hablaba de la Iglesia como madre espiritual, sufriendo persecución:
Cuando la Iglesia, nuestra Madre, nos abría su seno con bondad para poner a nuestra disposición todas las riquezas de lo que es depositaria y fiel dispensadora, ¿cómo no pensar en ella considerando sus dolores y sus penas? ¿Cómo el estado de abandono en el que está no iba a conmover nuestra sensibilidad?
Conferencia para el día de la ordenación al subdiaconado,
23 de diciembre 1809, E.O. XIV, n. 65
La Congregación de Jóvenes, como manifestación de la Iglesia, debía ser vista como madre. Al fundar los Misioneros de Provence, veía a esta Sociedad en términos de ser una madre espiritual. Siendo un concepto que se volvió entrañable para los Oblatos. Por ejemplo, al escribir acerca de la Congregación de los Oblatos a uno de ellos en 1853:
Acércate a ella como lo harías a una madre…
…nunca cese tu gratitud por la bondad de Dios al haberte llamado, que te acerques, como te comentaba hace un momento, a la familia que te ha adoptado, como a una madre amada.
Carta a Alexandre Audruger, octubre 24, 1853, E.O. XI n. 118