La preocupación principal de Eugenio siempre fue “todo por Dios” al servicio de los demás. Con ello en mente es que leemos sus notas de retiro. No se trata de la oportunidad de auto-flagelarse ni proclamar ser un pecador – sino la ocasión de mejorar su calidad de vida en aras de ofrecer un mejor servicio a Dios y a su prójimo.
¡Dios me libre de querer renunciar a servir al prójimo! Lejos de ello, querría, si fuera posible, hacer todavía más de lo que he hecho hasta ahora, ya que indudablemente el Señor es glorificado con ello, precisamente como mejor le place serlo, pero seré mucho más precavido, y al atender al prójimo
El verdadero servicio al prójimo era sólo posible en tanto Eugenio viviera en comunión con Dios y pudiera invitar a otros a participar en dicha comunión.
No me olvidaré ya a mí mismo, como lo he hecho; no me persuadiré tan fácilmente de que el ejercicio de la caridad para con él puede remplazarlo todo, sirviéndome de meditación, de preparación, de acción de gracias, de visita al Santísimo, de rezo, etc. Es un exceso que me ha llevado al estado en que me reconocía ayer. No será dificultoso el reformarlo. Dios sabe que si me entrego a las obras exteriores es más por deber que por gusto; es para obedecer a lo que creo que el Señor me exige; tan verdad es esto que lo hago siempre con extrema repugnancia de la parte inferior. Si siguiera mi gusto, solo me ocuparía de mí, contentándome con rezar por los demás. Pasaría la vida estudiando y rezando. Pero ¿quién soy yo para tener una voluntad propia a este respecto? Al Padre de familia es a quien toca señalar el tipo de trabajo que le gusta que hagan sus obreros. Ellos se sienten siempre muy honrados y muy felices por verse elegidos para cultivar su viña.
El celo de Eugenio le hace ver que la tentación es perderse en la acción excesiva, por lo que decide:
Lo esencial es combinar las cosas de modo que nada quede perjudicado, y que al servir al prójimo no me olvide a mí mismo hasta caer en la tibieza.
Notas de Retiro, Mayo 1818, E.O. XV, n. 145