Aun cuando los gastos de los Misioneros eran cubiertos por las parroquias que les invitaba a una misión, dependían de la generosidad de la gente para poder vivir y realizar su ministerio en la casa e Iglesia de la Misión en Aix. Tenemos aún algunas cartas de Eugenio que muestran la relación con sus benefactores.
A quien había sido particularmente generoso, Eugenio le escribe:
para testimoniarle todo mi agradecimiento en nombre de la santa obra de la que el Señor me ha encargado, a pesar de mi profunda indignidad.
Hace hincapié en la ayuda directa que llega a la gente a la que sirven los Misioneros. En otras palabras, ella era misionera, al igual que ellos.
Contribuyendo, como se propone hacerlo, a la formación y manutención de los miembros que se dedican a la obra de las misiones, hace Ud. una acción más meritoria de lo que puede pensar, porque esa acción temporal tiene relación directa con las ayudas espirituales que son administradas a las almas más abandonadas que sin eso quedarían en sus pecados y probablemente perecerían miserablemente.
Carta a Madame de Servan, el 20 de agosto 1818, E.O. XIII n.15.
“Porque cualquiera que os dé de beber un vaso de agua, por razón de vuestro nombre, ya que sois seguidores de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.” Marcos 9:41