Al recibir la aprobación de todos los Misioneros para aceptar el compromiso de Ntra. Sra. du Laus como centro misionero, y el visto bueno para la redacción de las Reglas de Vida para el grupo, Eugenio envió su respuesta al Vicario General de Digne:
En esta clase de asuntos se entiende uno mal por carta. Estaba indeciso sobre si acompañar o no a nuestro diácono a la ordenación, su carta termina con mi incertidumbre; iré con él a Digne, donde tendré el honor de verle y hablar con Ud. de este asunto.
Carta a M. Arbaud, el 23 de agosto 1818, E.O. XIII, n. 16.
El diácono próximo a ordenarse era Noel Francois Moreau, originario de Digne.
Así, en septiembre Eugenio salió de Aix para dirigirse a la casa familiar en St. Laurent du Verdon, con los hermanos escolásticos Marius Suzanne y Noel Moreau. Viajaron en carruaje público tirado por caballos. Describió el viaje a su tío Fortuné y lo reproduzco a continuación, pues nos da una idea del viaje en aquella época, pero más importante aún, nos muestra el espíritu de unidad entre los Misioneros. Cuando Eugenio habla de “nuestra querida familia” se refiere a los Misioneros en Aix y lo que hacían mientras ellos se encontraban en camino:
Nuestro viaje, mi muy querido Tío, ha sido muy agradable, muy feliz y nada cansado. Llegamos a St. Paul a tiempo para hacer nuestra adoración en la iglesia mientras nuestra querida familia daba un paseo, rezamos el rosario paseándonos por el camino central mientras ella cenaba, y al día siguiente salimos cuando todavía dormía, de tal suerte que ella pudiera haber dicho “ego dormio et cor meum vigilat” [ed. “yo duermo y mi corazón vela”, Cant. 5, 2], porque la tenía presente y participaba en nuestras pobres oraciones.
Llegamos a Greoux a las 8; tuve la dicha de celebrar la Santa Misa, y volvimos a salir a las 11, viajando sólo nosotros tres en el coche que nos dejó en Allemagne, donde, desde la mañana, nos esperaban nuestras cabalgaduras. Era ya bien de día cuando llegamos a San Laurent. Mamá vino a nuestro encuentro. La he encontrado muy bien.…
Nuestros Padres de Aix están siempre presentes en nuestro pensamiento; en nuestra soledad, hacemos nuestros ejercicios uniéndonos a ellos.
Carta a Fortuné de Mazenod, el 4 de septiembre 1818, E.O. XIII, n.17
“La felicidad nos espera en esta santa Sociedad que sólo tendrá un corazón y una sola alma”
Carta a Henri Tempier, el 9 de octubre 1815, E.O. VI n 4