UNA ORACIÓN POR LA REALIDAD

En vísperas de contraer un gran compromiso para el resto de mis días, vuelvo a entrar en mí mismo…

Así inicia el diario de Eugenio para la oración del día en preparación a la oblación de por vida que iba a realizar, como religioso con votos.

Al adentrarse en la auto-evaluación, continuamente aborda el tema de sus retiros en los años anteriores: su carencia de enfoque como resultado de extralimitarse en sus compromisos y actividades.

En vísperas de contraer un gran compromiso para el resto de mis días, vuelvo a entrar en mí mismo para humillarme ante Dios del poco progreso que he hecho en las sendas de la perfección, para gemir amargamente por la dificultad que siento para salir del estado habitual de tibieza en que he caído desde que, obligado por mi deber a ocuparme mucho de los otros, me he olvidado casi por entero de mí mismo.

Encuentra tibieza en él a la luz de los fuertes ideales expresados previamente en los momentos culminantes de su vida – siempre ligados a la gracia del deseo de estar centrado en Dios por completo. Los eventos de los años anteriores le llevaron a comprender que vivir “todo por Dios” le acerca no a un estilo de vida monástico contemplativo, sino al servicio de Dios en el prójimo:

que me consagre de nuevo y para siempre al servicio del prójimo, pero que me olvide menos de mí mismo, que vele más por mi vida interior, que no me deje absorber del todo por las obras del celo exterior, es decir, en una palabra, que trabaje a la vez por la salvación de los otros y por mi propia santificación.

La gracia de Dios le ha transformado, así sus oraciones son para que la gracia de Dios no sea en vano:

Dios mío, la falta es solo mía, pues vuestra gracia no cesa de prevenirme y de estimularme y me acompaña siempre.
Haced, Señor, que yo sea más dócil a seguir sus impulsos,
más atento a escuchar sus inspiraciones
y más fiel a poner en práctica las resoluciones que me dicta.

Retiro de un día, durante el retiro de la comunidad, el 30 de octubre 1818,
E.O. XV n. 148

 

“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.”  2 Corintios 12:9

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