Eugenio es cautivado por la hermosura de nuestra vocación. Esta realizada en el cielo y es una invitación a entrar en el reino de los cielos dándonos el encargo de ser, nada menos, que ¡los cooperadores del Salvador!
¿Qué fin más sublime que el de su Instituto?
Su fundador es Jesucristo, el mismo Hijo de Dios;
sus primeros padres, los Apóstoles.
Son llamados a ser los cooperadores del Salvador, los corredentores del género humano;
Entonces, consciente del hecho de que son solamente 6 sacerdotes y 3 escolásticos por el momento, su entusiasmo no puede ser contenido – ellos tienen grandes sueños:
y aunque
por su escaso número actual
y por las necesidades más apremiantes de los pueblos que los rodean,
tengan que limitar de momento su celo a los pobres de nuestros campos y demás,
su ambición debe abarcar, en sus santos deseos,
la inmensa extensión de la tierra entera
Regla de 1818 Capítulo primero, §3. Nota Bene. Missions, 78 (1951) p. 15
El encuentro diario de Eugenio en la oración con el Salvador y su espiritualidad enraizada en la Biblia, le llenaban de confianza para tener grandes sueños. ‘No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino. Lucas 12:32
Él se había descrito como poseedor de un corazón tan grande como el mundo, y con su convicción, podía visualizar el grano de mostaza que crecía desde Aix en Provence –llegando hoy a todos los continentes del mundo, donde están presentes los miembros de la familia Mazenodiana… .
El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo, y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas. Mattias 13:31-32
“Los Milagros son recordatorios en pequeñas cartas de la misma historia que está escrita por todo el universo en letras demasiado grandes para que algunos de nosotros las veamos” C. S. Lewis