Los Misioneros, dedicados al proceso de reconstruir la Iglesia tras la Revolución Francesa, entregaron su vida para atraer a los abandonados, víctimas de la revolución, a la plena comunión con Jesucristo y los miembros de su Cuerpo. Para ser efectivos, era necesario tener un claro análisis de la situación a la que querían responder a través de su ministerio.
Para alcanzar el éxito en esta santa empresa, es preciso primero buscar las causas de la depravación que hoy está haciendo a los hombres esclavos de todas sus pasiones.
Se las puede reducir a tres capítulos principales:
1. La debilitación, por no decir la pérdida total de la fe;
2. La ignorancia de los pueblos;
3. La pereza, el descuido y la corrupción de los sacerdotes.
Esta tercera causa debe ser tenida como la principal y como la raíz de las otras dos..
Eugenio continua explicando por qué considera el fallo de que los sacerdotes no vivan según su ideal de vida como la causa principal de la triste condición de la Iglesia en Francia:
Es verdad que desde hace un siglo se trabaja en minar los fundamentos de la religión en el corazón y en el espíritu de los hombres con maniobras infernales. Es verdad también que la Revolución francesa ha contribuido prodigiosamente a hacer avanzar esa obra de iniquidad. Sin embargo, si el clero hubiera sido siempre lo que nunca hubiera debido dejar de ser, la religión se habría mantenido, y no solo habría resistido a ese terrible choque, sino que habría triunfado de todos esos ataques e incluso habría salido del combate más bella y más gloriosa.
Como esas causas son conocidas, es más fácil ponerles remedio.
Regla de 1818 Capítulo primero, §3. Nota Bene. Missions, 78 (1951) p. 15
El ejemplo mueve al mundo más quela doctrina. Los grandes modelos son los poetas de la acción, y poco importa si son fuerzas del bien o del mal. Henry Miller.