¿Por qué tenemos un exigente programa de crecimiento personal y spiritual? La respuesta es ofrecida por un triple objetivo, el cual se encuentra centenares de veces en los escritos de Eugenio. Él insistió en que debía ser retenido en la memoria constantemente: “la gloria de Dios, la edificación de la Iglesia, la salvación de las almas”
¿Qué debemos hacer a nuestra vez para lograr reconquistar para Jesucristo tantas almas que han sacudido su yugo? …
mirar únicamente a la gloria de Dios, la edificación de la Iglesia y la salvación de las almas
Luego ofreció la lista de virtudes necesarias para alcanzar esto (ver la entrada precedente), después de los cual martillea otra vez:
dispuestos a sacrificar nuestros bienes, talentos, descanso, la propia persona y vida por el amor de Jesucristo, el servicio de la Iglesia y la santificación del prójimo
Regla de 1818 Capítulo primero, §3. Nota Bene. Missions, 78 (1951) p. 16
Empezó la lista con la triada y la repite otra vez al final, para acentuar su importancia. Es como la portada de un libro que contiene el significado de la oblación en cada una de sus páginas: “por amor a Jesucristo, servicio de la Iglesia y la santificación de nuestro prójimo”. Encontramos esta expresión repetida en todos los escritos de Eugenio, o bien con las tres metas: “la gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la salvación de las almas”, o bien con el par: “la gloria de Dios y la salvación de las almas”.
El hilo de oro de la vida de Eugenio fue: ser “todo para Dios”. Es este mismo concepto el que es expresado en vivir para la “gloria de Dios” y esto se resume en la palabra OBLACIÓN, que es el punto más alto “de imitación de las virtudes de Jesucristo”, ya que la gloria de Dios era el mayor deseo de Jesús, como Eugenio solía resaltar:
La vida entera del Salvador está dedicada a la gloria de su Padre.
¡Y qué! ¿No habiendo imitado a mi modelo en su inocencia, me será negado imitarle en su abnegación por la gloria de su Padre y la salvación de los hombres?
Conferencia espiritual, el 19 de marzo 1809, E.O. XIV n.48
La razón para nuestra oblación, expresada a través de la comunidad, la espiritualidad y la misión, se encuentra en el “test de prueba” que Eugenio usaba repetidamente, hasta su muerte, para discernir y tomar decisiones: “¿Esto es para la gloria de Dios, el bien de su Cuerpo, la Iglesia, y para la salvación de los demás?”.
“Nuestro ideal es un compromiso absoluto y entusiasta, una total disponibilidad para Dios y para las almas, diseñado desde la contemplación y en una unión interior con Dios”. Leo Deschâtelets OMI, antiguo Superior General.