Como destacado predicador, Eugenio no tenía paciencia con las florituras de los predicadores que tenían estilo y hacían juegos de palabras, pero que no ofrecían contenidos sólidos. En las entradas de su diario no escatima en críticas hacia ellos, y en su Regla quería asegurar que sus Misioneros nunca cayesen en esta trampa.
Pero que se sepa bien que será ir contra el espíritu de nuestra Regla aplicarse más, en las instrucciones que hay que hacer, a la elegancia del estilo que a la solidez de la doctrina.
Bastantes predicadores hacen admirar la sublimidad de su elocuencia y asombran por lo brillante de su discurso estudiado ; nosotros debemos tomar una actitud muy distinta de esa ;
Regla de 1818, Capítulo 3, §1. De la predicación.
”Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.” 1 Corintios 13:1
“¿No sabéis, sacerdotes, por qué nuestros sermones no tocan el corazón de la gente? Porque no predicamos a los ojos, solamente a los oídos”. Antonio Vieira.