DE LA PALABRA A LA ACCIÓN

La siguiente sección de la Regla de 1818 se acerca a la conclusión lógica de la predicación: ayudar al oyente a tener un encuentro personal con Dios como Salvador. La predicación debería hacer a la gente consciente de su necesidad de conversión, cuya mejor expresión es el sacramento de la reconciliación.

Para la confesión, se compenetrarán de esta verdad tan sentida por san Ignacio, san Felipe de Neri y tantos otros santos, que es en el tribunal donde se perfecciona lo que no se ha esbozado con los discursos. Si la gracia ha tocado un alma con la fuerza de la palabra de Dios, ordinariamente solo en el tribunal de la penitencia se modela y justifica. Se predica solamente para llevar a los pecadores al borde de la piscina.

Cuando la gracia de Dios toca a una persona con el deseo de la conversión, los Misioneros han de estar disponibles para celebrar el sacramento con ellos.

Nunca se rechazará, pues, atender los deseos de las personas que pidan confesarse, sea en la misión, sea fuera del tiempo de las misiones. 
En los lugares de nuestra residencia, tres días de la semana estarán consagrados especialmente a atender confesiones 

Regla de 1818, Capítulo 3 §2. De la confesión.

 

“Pasar de un alejamiento de Dios a ser un hijo de Dios es el hecho básico de la conversión. Esa relación cambiada con Dios te da un relación modificada contigo mismo, con los otros, con la naturaleza, con el universo.”        E. Stanley Jones.

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