En las últimas semanas hemos estado analizando la invitación que hace a unirse a él en la vivencia de su ideal:
¡Qué fin más sublime que el de su Instituto!
Su fundador es Jesucristo, el mismo Hijo de Dios;
sus primeros padres, los Apóstoles.
Son llamados a ser los cooperadores del Salvador,
los corredentores del género humano;
Regla de 1818 Capítulo primero, §3. Nota Bene. Missions, 78 (1951) p. 15
La Regla de 1818 era la respuesta de Eugenio a la pregunta, ¿Cómo se debe vivir para llegar a alcanzar éste ideal?
Yendo más allá en nuestro análisis de la Regla de vida de 1818, hemos visto el primer capítulo, donde se definía a los Misioneros y sus metas principales. En primer lugar, evangelizar a los más abandonados en sus múltiples aspectos. Después, llenar el vacío espiritual dejado por la destrucción de las órdenes religiosas y ayudar al clero a ser fieles al encargo de Dios por los más abandonados. Era en la sección sobre la reforma del clero donde Eugenio escribió su bien conocida Nota Bene – la versión original del Prefacio.
La Regla continua ampliando estos puntos mediante detalles prácticos. El segundo capítulo está dedicado a la predicación de las misiones populares.
El tercer capítulo se titular “otros ministerios”. Hemos visto las dos primeras partes de éste: el ministerio de la predicación y el ministerio de la confesión. Mañana continuaremos con el tercer ministerio: la juventud.
“Los ideales son como las estrellas: no podemos alcanzarlas. Pero, como los navegantes, podemos elegirlas como guías y, siguiéndolas, alcanzar nuestro destino.” Carl Schurz.