SIEMPRE CERCA DE LA GENTE QUE LES RODEA –ESPECIALMENTE EN LA ENFERMEDAD Y EN LA MUERTE

La iglesia de la casa de Misión oblata en Aix nunca fue una parroquia. La comunidad era joven, dinámica y, obviamente, atraía mucha gente a sus celebraciones –tanto en la iglesia como en los varios ministerios de los Misioneros en la ciudad. Eugenio sentía una responsabilidad hacia estas personas, particularmente en los casos de enfermedades graves y de cercanía de la muerte.

Art. 1. Cuando las personas dirigidas por los misioneros caigan enfermas, se apurarán para disponerlas a recibir los últimos sacramentos. Pero no se esperará a que los bienhechores y los amigos de la Sociedad estén al final de la vida para darles pruebas de nuestro agradecimiento y de nuestro sincero afecto en Jesucristo.

Los Misioneros tenían la responsabilidad de rezar con ellos y de llevarles los sacramentos, pero ésta no terminaba ahí, puesto que seguían estando unidos a ellos:

Se rezará todos los días varias veces por ellos ; se ofrecerá el santo sacrificio ; se les dará una participación plena y total en todas las buenas obras, oraciones, misas y penitencias de la Sociedad ; se hará, en una palabra, todo lo que se pueda para ayudarles en sus necesidades espirituales y aún temporales, si va en ello la gloria de Dios.

En caso de muerte,

Después que los enfermos dirigidos por algún miembro de la Sociedad hayan recibido los últimos sacramentos, su confesor los visitará frecuentemente, aún todos los días, y varias veces por día si el mal empeora y su fin se aproxima.

Regla de 1818, Capítulo 3§ 5. Moribundos.

 

Toquemos al que muere, al pobre, al que está solo y al que no quiere nadie según las gracias que hemos recibido, y no nos avergoncemos ni nos retrasemos a la hora de realizar este humilde trabajo.          Madre Teresa.

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