El modelo que siguió Eugenio para vivir el espíritu de pobreza fue el que aprendió de los primeros Cristianos:
Los primeros cristianos siguieron fielmente
este consejo a la letra.
Tenían todavía presente el ejemplo
dado por el Divino Maestro,
Era vivir la oblación “imitando las virtudes y ejemplos de Jesucristo”:
que quiso nacer en un establo
y morir en una cruz,
tras haber vivido despojado de todo,
sin tener un denario
para pagar el tributo al César,
ni siquiera una morada donde reclinar su cabeza.
Règle de 1818, Deuxième partie, Chapitre premier, § 1. De l’esprit de pauvreté.
El espíritu de pobreza es el espíritu de simplicidad, de no abarrotar nuestras vidas aferrándonos a posesiones, ambiciones y ocupaciones innecesarias. El espíritu de pobreza nos reta a deshacernos de todo aquello que nos impide abrirnos a la presencia de Dios y de los demás- especialmente de nuestro ego descomunal.
No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.
Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2:4-8