Notad también que, siendo la codicia uno de los vicios que más estragos hacen en la Iglesia, el espíritu de nuestro Instituto, que es espíritu de reparación, nos impulsa a ofrecer a Dios de algún modo la compensación de ese vicio, adoptando la pobreza voluntaria como la practicaron los santos antes que nosotros.
Règle de 1818, Deuxième partie, Chapitre premier, § 1. De l’esprit de pauvreté.
Eugenio hace una llamada a la oblación, a dar el ser, a mostrar que sólo una cosa es necesaria:
“Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo.” (Filipenses 3:8)
Dicho hoy con otras palabras:
Esta opción nos induce a vivir en más íntima comunión con Cristo y con los pobres, impugnando así los abusos del poder y de la riqueza y proclamando la llegada de un mundo nuevo liberado del egoísmo y dispuesto a compartir.
CC&RR, Constitución 20
“La cruz es la manifestación permanente de lo que nos hacemos los unos a los otros y a nosotros mismos. La resurrección es la manifestación permanente de lo que Dios nos da a cambio.” Richard Rohr, Semana Santa 2012