Al insistir en que sus Misioneros se centren siempre en el “punto fijo” que es Jesucristo, Eugenio quería ayudar a cada Misionero a que desarrollara una “visión interna” que fuera una fuente de significado y de transformación para sí mismo y para los demás. Richard Rohr resume esto cuando escribe:
Lo que muchos desean – y algunos ni siquiera tienen el lenguaje para expresarlo – es una visión interna que les diga cuál es su lugar en el mundo por qué están aquí, algo que a menudo difiere de lo que hacen para pagar las facturas.” «En el Umbral de la Transformación.»
Leyendo la Regla de Eugenio a la luz de todo esto, podemos verle utilizando un doble enfoque que apunta a una visión interna con un equilibrio de ser y de actuar. Por medio de su Regla, los está invitando a desarrollar una serie de “actitudes para SER”.
En primer lugar:
Imitando a esos grandes modelos,
emplearán una parte de su vida
en la oración, el recogimiento y la contemplación,
en el retiro de la casa de Dios,
en la que habitarán juntos.
Règle de 1818, Deuxième partie, Chapitre premier, Des autres principales observances
Hoy:
En la oración silenciosa y prolongada de cada día, nos dejamos modelar por el Señor y encontramos en Él inspiración para nuestra conducta.
CC&RR, Constitución 33
Este espíritu de recogimiento interior no pretendía ser un tiempo de aislada contemplación monástica, como muestra nuestra Regla de Vida:
Como misioneros, alabamos al Señor según las variadas inspiraciones del Espíritu: llevamos ante Él la carga cotidiana de nuestra preocupación por aquellos a quienes somos enviados (cf. 2 Cor 11, 28).
CC&RR, Constitución 32
“Necesitamos encontrar a Dios, y él no se encuentra entre el ruido y la intranquilidad. Dios es el amigo del silencio. Mira cómo la naturaleza – los árboles, las flores, la hierba – crece en silencio; mira las estrellas, la luna y el sol, cómo se mueven en silencio… Necesitamos silencio para poder tocar las almas.” Madre Teresa