Viviendo en el sano equilibrio de hacer y ser, los Misioneros tenían la responsabilidad de estudiar y de renovarse constantemente a sí mismos, así como los contenidos de su predicación y enseñanza.
Cuando los misioneros no estén de misión, volverán con alegría al retiro de su santa casa, donde emplearán el tiempo para renovarse en el espíritu de su vocación, meditar la ley del Señor, estudiar la sagrada Escritura, a los santos Padres, la teología dogmática y la moral, y las otras ramas de ciencia eclesiástica; se ocuparán también en la preparación de nuevos materiales para las próximas misiones.
Regla de 1818, Segunda parte, Capítulo primero,
Otras observaciones principales
Por desgracia, el celo y la generosidad pastoral de los Misioneros tendían a llenar su tiempo y ponían los estudios en un segundo plano.
La Regla de Vida Oblata actual continúa promoviendo el deseo de Eugenio por la renovación y el desarrollo interior para el bien de los contenidos de nuestro ministerio.
La formación permanente abarca todos los aspectos de la vida personal del Oblato. Renueva y desarrolla su vida espiritual y sus recursos interiores, favorece el crecimiento de su madurez emocional y afectiva y perfecciona su habilidad pastoral. En todas las etapas de su desarrollo, le ayuda a verificar cómo se realiza la unidad entre su vida y su misión.
CC&RR, Constitución 69
“Aquellos que mejoran con la edad adoptan el poder del crecimiento y del logro personal y empiezan a reemplazar la juventud por sabiduría, inocencia por conocimiento y falta de determinación por autorealización.” Bo Bennett