Harán todos, dos veces por día, el examen de conciencia en común, es decir, por la mañana, antes de comer y por la noche antes de ir a acostarse.
Regla de 1818, Segunda Parte, Capítulo Uno. § 5 De la oración y los ejercicios de piedad
Esto no era sólo en cuanto al pecado – se trataba de acercarse a los valores y al ejemplo de Jesucristo. Sobre la visión interior y cuán centrada estuviera la persona.
La revisión de mediodía era lo que se conoce comúnmente en espiritualidad como “examen de conciencia”. El Misionero pararía y revisaría las pasadas 24 horas. Haría balance y vería lo sucedido en su relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Se le animaba a centrarse en un valor del Evangelio (virtud), ver cómo lo había estado viviendo y a qué lo llamaba.
Por la tarde se hacía un examen de conciencia de todo el día. El foco aquí recaía en la debilidad y en el fracaso. Además de pedir perdón por los pecados cometidos, era también una oportunidad para renovar la visión interior que se habría descentrado por ceder ante los reclamos del ego.
El jesuita Dennis Hamm, describe acertadamente este tipo de reflexión como “Orando hacia Atrás Durante tu Día.”
La llamada de Eugenio a la auto-conciencia se sigue escuchando hoy día en nuestra Regla de Vida:
El examen de conciencia es para nosotros una ocasión privilegiada de reconocer las llamadas y la presencia del Señor a lo largo de nuestras jornadas, y para interrogarnos sobre la fidelidad de nuestra respuesta.
Encargados de anunciar al mundo el gozo del perdón de Dios y conscientes de nuestra condición de pecadores, nosotros mismos recurrimos con frecuencia al sacramento de la Reconciliación.
CC&RR, Constitución 33
“Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está…” Lucas 17, 21