Alcalde, teniente de alcalde, jueces, notarios, abogados, negociantes, fabricantes, burgueses, todo va bien, y cada vez mejor.
Carta a Fortuné de Mazenod, el 22 de noviembre 1818, E.O. XIII n.20
A pesar de que Eugenio escribió sobre la reacción positiva de las autoridades civiles, no todos ellos estaban a favor de la actitud y actividades de los Misioneros. La mayor oposición provenía de M. Chevalier, Prefecto de la Provincia en la que se encontraba Barjols, quien acusó a los Misioneros de causar disturbios inaceptables a M. Laine, Ministro del Interior, en París.
Leflon recuerda:
Como consecuencia, el 23 de diciembre, tres días antes de la caída del ministerio Richelieu, Laine ordenó la clausura de la misión y que el Padre de Mazenod y sus hermanos, quienes fueron acusados de alterar la campiña, fueran reportados al procurador del rey. Los procedimientos legales fueron instituidos de inmediato … Sin embargo, nada prosperó más allá de ello. Ya fuera que Chevalier temiese el resentimiento de la gente de Barjols, cálidamente devotos al Padre Mazenod y sus colegas o por evitar que el Ministerio del Interior se viera forzado a medidas excesivamente severas, de cualquier forma se vio profundamente afectado por la proporción alcanzada por este asunto y escribió … el 9 de enero de 1819, que, “en tanto que los misioneros se habían marchado, se encontraba contento de ver a su Provincia libre de su presencia, sin la necesidad de recurrir a ninguna medida severa, que habría sido muy difícil de llevar a cabo.”
Así, no se realizó ninguna acción legal y el asunto se dio por terminado el 4 de febrero, con una carta de tono fuerte de Guigou [ed. Vicario General de Aix], quien acusó a Chevalier de haber presentado una situación inexacta de lo ocurrido e impedido el derecho de predicar la Palabra de Dios.
Leflon Volumen 2, pág. 145-146.
Os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y hasta seréis llevados delante de gobernadores y reyes por mi causa, como un testimonio a ellos y a los gentiles. Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis; porque a esa hora se os dará lo que habréis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. Matías 10:17-20