Eugenio continúa la descripción de la vocación Misionera a un probable nuevo miembro:
Vivimos en comunidad bajo una Regla suave que fija nuestros deberes y da un gran valor a la menor de nuestras acciones.
El espíritu de caridad y de fraternidad reina entre nosotros.
Eugenio había comprendido la fuerza de las palabras de Jesús, “En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor unos a los otros” (Juan 13:35). Tertuliano mostraría el impacto de estas palabras al escribir sobre los cristianos del segundo siglo: “Vean cómo se aman unos a otros… y cómo están dispuestos a morir unos por otros.”
La misión del grupo fluyó de esta relación:
Nuestra ambición es la de ganar unas almas para Jesucristo. Todos los bienes de la tierra no sabrían apaciguar nuestra avaricia, nos hace falta el cielo o nada, o por mejor decir queremos asegurarnos el cielo sin ganar nada en la tierra a no ser la persecución de los hombres.
Si esta perspectiva no os asusta y tenéis la firme resolución de perseverar toda vuestra vida en nuestra santa Sociedad, acudid, nuestros brazos y nuestros corazones os están abiertos y os prometemos esa misma dicha que el Señor se digna hacernos gozar.
Carta a M. Viguier, el 6 de enero, 1819, E.O. VI n. 38
“Los modelos humanos son más vívidos y más persuasivos que los mandatos morales explícitos.” Daniel J. Boorstin