Al principio, la comunidad de Laus estaba formada por tres personas: Henri Tempier, Bourrelier (un hermano escolástico) y un miembro prospecto (postulante). Puesto que el ministerio del santuario fue restablecido y creció, hubo de enviar más Misioneros a la comunidad.
Mantenga en todo la disciplina más regular; comenzáis por formar una comunidad regular, no dejéis deslizarse abusos…
Como ejemplo de asiduidad, Eugenio escribió respecto a tomarse su tiempo en la oración comunitaria de la Liturgia de las Horas.
Acuérdese de la importancia que atribuyo a que el oficio sea dicho muy pausadamente,- cargo vuestra conciencia de ello porque nada me parece menos edificante, menos inconveniente como la precipitación en la salmodia.
Os lo repito, tengo mucho interés en ello y lo creo mi deber. No dudéis en imponer una penitencia al que falte a esa norma de decencia indispensable.
Carta a Henri Tempier, el 22 de febrero 1819, E.O. VI n. 40
(Ver el texto del 20 de julio de 2012, respecto a más de esta parte de la Regla.)
Hace años recuerdo haber quedado impactado por un artículo de un ex-soldado que había tenido la compañía de un libro durante los meses de soledad en la crueldad de un campo de prisioneros. Se refería a su reflexión como “la lectura lenta, lenta” y describía cómo pasaba horas disfrutando de sólo una frase o párrafo cada vez, y cómo por entrar al mundo de ese libro pudo sobrevivir y conservar su sensatez. Eugenio parece pedir lo mismo: disfruta la Palabra de Dios, al utilizarla para la oración.
Al leer las Escrituras me siento tan renovado que toda la naturaleza parece nueva a mi alrededor y conmigo. El cielo parece de un azul puro, más fresco, los árboles de un verde más profundo. Todo el mundo se carga con la gloria de Dios y siento calor y música bajo mis pies. Thomas Merton