En efecto ¿hay algo más risueño que los campos, más rico que la naturaleza, sobre todo cuando el alma tan religiosa como sensible descubre en ellos, bajo cada hoja y sobre el ala de cada átomo, el gran nombre del Eterno?
Carta a Adolphe Tavernier, el 12 de octubre 1819, EO XV n.151
”La Naturaleza nos enseña más de lo que predica. No se trata de sermones en las piedras. Es más fácil lograr una chispa de una piedra que una moraleja.” John Burroughs