Continuando su reflexión sobre la creación como el lugar donde experimentar la presencia de Dios, Eugenio cita Proverbios 8:31 sobre Dios “jugando por el orbe de su tierra, deleitándose al estar con los hijos de los hombres.”
Y el cristiano, que va más lejos, sale de esa especie de arrobo para dejarse llevar a todos los transportes del amor y del agradecimiento, pensando que ese Dios Todopoderoso
que ha creado todas esas maravillas, jugando ludens in orbe terrarum,
se ha acercado al hombre, al hombre que se siente confundido y perdido en la sola contemplación de la menor de sus obras,
para conversar con él, instruirlo, dirigirlo, unirse a él en la intimidad del amor más incomprensible, fundirlo en cierto modo en su ser y llevarlo para compartir su gloria.
¡Oh Dios! ¡Oh Dios! Y la mayor parte de los hombres viven sin pensar en ello.
Eugenio se regocija, pues el objetivo de su ministerio fue llevar a los jóvenes y al prójimo esta conciencia de Dios, viviendo en comunión con Él – así, Adolphe Tavernier y muchos otros en la Congregación de la Juventud pudieron comprender dicha realidad.
Adolfo, Adolfo mío, bendigamos al Señor por habernos dado un corazón capaz de comprenderlo y sobre todo de sentirlo!
Carta a Adolphe Tavernier, Octubre 12, 1819 EO XV núm.151
“Aquel que no pueda ya detenerse y maravillarse embelesado, puede estar muerto igual; con los ojos cerrados.” Albert Einstein