La Regla de 1818 había señalado la importancia de hacer algo para remediar los estragos que la Revolución Francesa ocasionó a los sacerdotes.
Articulo 2. En los comienzos, los misioneros, por razón de su juventud, no podrán emprender más que indirectamente la curación de esta llaga profunda con sus suaves insinuaciones, con sus oraciones y sus buenos ejemplos…
Articulo 3. Entonces darán retiros a los sacerdotes, y la casa de la Misión será siempre un asilo abierto y como una piscina saludable…
Regla de 1818, Primer parte, Capítulo Primero. Fin del Instituto. § 2.Misiones, 78 (1951) páginas. 14-15
(cf texto anterior del 7 de marzo, 2012, así como la reflexión respecto al texto completo y sus comentarios de naturaleza fuerte, que pueden encontrarse en los textos del 9-14 de junio, 2010)
La primera comunidad en Notre Dame du Laus lo tomó muy en serio, poniéndolo en práctica:
Siete sacerdotes y un clérigo han llegado… Nuestra amabilidad hacia ellos, — mezcla de amabilidad y mucha reserva (y sin ella) la menor familiaridad —, una buena actitud de parte de nuestra pequeña comunidad, el tañer de la campana que llama a nuestros ejercicios, nuestro largo período de agradecimiento y Benedicite, la lectura de la Sagrada Escritura y algunas vidas edificantes en la mayor parte de nuestra comida, todo lo que es infinitamente agradable a quienes no han perdido aún por completo el sentido de la piedad y tienen alguna idea de su estado de vida y dejando en silencio a quienes han olvidado el significado del sacerdocio.
En general nos respetan y ven como sacerdotes diferentes a ellos.
Carta de Henri Tempier a Eugenio de Mazenod, Julio 5, 1819
Escritos Oblatos II.2, n. 15
“Una sonrisa es la bienvenida universal.” Max Eastman