¿DE DÓNDE PROCEDÍA EL DINERO?

A menudo me pregunto, “en los primeros años de su existencia ¿de dónde procedía el dinero para el sustento de los Misioneros?” Esta carta al nuevo Arzobispo de Aix nos da una idea de la situación a finales de 1819.

Contando la historia de los orígenes de los Misioneros, explica Eugenio:

Yo me había hecho cargo de los gastos de adquisición del local que debía servir de residencia a la nueva comunidad. Pero la diócesis tenía que proveer razonablemente para el mantenimiento de los misioneros… pero no sé por qué fatalidad, nunca ha podido realizarse esa cláusula.
Pero hoy día nuestros recursos se han agotado; y no es sólo de hoy el estar agotados. ¿Y cómo iba a ser de otro modo?. Desde hace cinco años que estamos establecidos, no hemos retirado entre todos de la diócesis más que 1162 francos que, divididos por cinco y repartidos entre siete, número de los misioneros, da para cada misionero una retribución anual de treinta y tres francos y algunos céntimos, únicos recursos para vestir y alimentarse,
pues no creo ser injusto con mis hermanos diciendo que son tan ricos en virtudes como pobres en bienes de fortuna.
Por eso hasta el presente me he visto obligado a suplir lo que no se ha hecho para con ellos, ya con mis bienes particulares, ya con las ayudas que me he procurado gracias a las contribuciones de un pequeño número de almas de buena voluntad. Esos recursos se han agotado al mismo tiempo. Los gastos del establecimiento, que me ha costado más de veinte mil francos, que no he terminado aún de pagar, me colocan en la imposibilidad de proveer por más tiempo con mi dinero al mantenimiento y la alimentación de mis hermanos. Mis amigos, por su parte, se han cansado viendo que no terminan nuestras necesidades; así que los misioneros están en vísperas de no tener nada para vivir.
Me encuentro, pues, en la ineludible necesidad de acudir a las bondades del Sr. Arzobispo, demasiado equitativo para permitir que unos sacerdotes que se sacrifican en un ministerio tan penoso como el de las misiones, unos sacerdotes que están siempre dispuestos a acudir, en todo momento y al menor signo, donde la obediencia les muestre algún bien que hacer, sufran por no tener lo necesario para vivir. Ciertamente están lejos de querer atesorar: por otra parte solo pido para ellos un sueldo suficiente para proveer a su alimentación y a su manutención, que calculo en cuatrocientos francos por cabeza.

Carta al Arzobispo de Bausset de Aix, 16 de Diciembre de 1819, EO XIII n.27

El 22 de Diciembre de 1819, Fortunato escribió al padre de Eugenio: “El informe de tu hijo ha sido aprobado y obtuvo por él una cuenta de 1500 francos, que sacó inmediatamente”

 

Cada vez más gente tiene hoy día medios para vivir, pero no el sentido por el que vivir”. Viktor E. Frankl.

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