LOS JÓVENES DEJAN LA ESCUELA PARA ACOMPAÑAR AL SACERDOTE QUE ADMINISTRÓ A EUGENIO LOS ÚLTIMOS SACRAMENTOS

Como reaccionaron los miembros de la Congregación de la juventud en lo que pensaban era la “inminente muerte” de Eugenio.

Desde que obtuve que me llevaran los sacramentos que yo creía iban a ser los últimos que recibiría en mi vida, se dio información en el colegio . Al punto, todos los congregantes pidieron espontáneamente retirarse de las clases y se trasladaron aprisa a la iglesia de San Juan, de donde iba a llevárseme el santo Viático. Se les dieron cirios, el Prefecto y el Viceprefecto agarraron los faroles y al salir el cortejo se colocaron de dos en dos inmediatamente delante de los Sres. Sacerdotes. Toda la ciudad me ha repetido que se les leía en los rostros lo que pasaba en sus corazones en ese momento en que se veían en peligro de perder al mejor y más querido de los amigos.
Yo atribuyo a su recogimiento y al emotivo espectáculo que daban en ese momento de su piedad para con Dios y de su afecto hacia mí, así como al interés de mis conciudadanos, la extraordinaria afluencia que se dio cuando me administraron. El estado en que me vieron y la dificultad que tuve para decir algunas palabras antes de recibir el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, los sumió en muy honda pena; se mostraron tanto más sensibles a mi situación, cuanto que en las pocas palabras que yo había podido proferir me había ocupado de ellos, pero su inquietud llegó al colmo cuando se les informó que yo había perdido el conocimiento dos o tres horas después de haber recibido los sacramentos.

Diario de la Congregación de la Juventud, mayo 1814, E.O. XVI

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