Notre Dame du Laus fue la primera localidad de los Misioneros fuera de Aix y era un santuario Mariano: lugar de peregrinaje y adonde la gente llegaba para algunos días de retiro. Al ser el primero, permanece como el prototipo de este ministerio en los cinco continentes del mundo actual de los Oblatos, marcando la dirección.
Se trataba antes que nada, del lugar de “MISIÓN PERMANENTE”. El otras palabras, todo lo que los Misioneros buscaban lograr al ir a algún pueblo durante una misión prolongada, esperaban lograrlo durante el corto tiempo que pasaban los peregrinos en el santuario. A veces en unas cuantas horas!
Los peregrinos llegaban a honrar a María y a expresar su devoción por ella. Partiendo de ahí, los Misioneros hicieron de la experiencia de estar con María, la oportunidad de enfocarse con ella en Jesús Salvador. Todos nuestros santuarios Marianos habrían de centrarse en Cristo.
Básicamente, el ministerio de los Misioneros era dar la bienvenida a los peregrinos, predicar para atraer su atención a Jesús Salvador y guiarles después al encuentro sacramental con Él.
Al escribir desde Notre Dame du Laus a uno de los miembros de su Congregación de la Juventud, Eugenio nos da una idea del día normal en el santuario, con la llegada de los grupos de peregrinos.
Heme aquí bien atrapado, mi querido Adolfo; me había propuesto escribirte hoy para charlar contigo un poco más detenidamente, después de haber despachado todos mis pequeños asuntos, y ocurre precisamente que no me queda un minuto libre.
Desde muy temprano, una muchedumbre inmensa venida a este desierto nos ha anunciado que dos procesiones estaban próximas, es decir, que dos poblaciones enteras se trasladaban aquí, según su costumbre, para rendir sus homenajes a la Santísima Virgen.
He tenido que acudir inmediatamente al confesionario para atender a esos fervorosos peregrinos, y subir luego al púlpito para satisfacer su devoción.
Carta a Adolphe Tavernier, Julio 2, 1820, EO XIII n. 30
Nuestra Regla de Vida describe la misión Oblata: junto con María, todas nuestras actividades consisten en compartir a Cristo con el mundo.
En la Virgen que recibe a Cristo para darlo al mundo del que es única esperanza, los Oblatos reconocen el modelo de la fe de la Iglesia y de la suya propia.
CC&RR Constitución 10
“Desde María, aprendemos a rendirnos a la Voluntad de Dios en todo. Desde María aprendemos a confiar, aun cuando toda esperanza parece perdida. Desde María aprendemos a amar a Cristo, su Hijo y el Hijo de Dios!” Beato Papa Juan Pablo II