Tres años y medio después de la fundación de los Misioneros de Provenza vivieron un momento de gran alegría y satisfacción en la ordenación sacerdotal del primer miembro de la Congregación de la Juventud. En enero de 1816 los Misioneros era un grupo de hombres que ya eran sacerdotes. Cientos de jóvenes estuvieron en contacto con este grupo de carismáticos y energéticos misioneros. Algunos encontraron el grupo y les resultó tan atractivo que deseaban convertirse en Misioneros. El primer miembro de la Congregación de la Juventud de Eugenio en responder a esta vocación fue Hippolyte Courtès.
El 31 de julio [1820]… la Congregación hizo a la Iglesia de Dios el mejor regalo que podía hacerle, dándole un sacerdote según el corazón de Dios, eminentemente dispuesto a cumplir todos los altos destinos de un ministro fiel, tal como en una palabra ha de ser para agradar a Dios y para edificar y ser útil a los hombres.
Diario de la Congregación de la Juventud, el 17 de junio 1817, E.O. XVI.
[ed. El Fundador se había olvidado de introducir esto en el Diario en el momento apropiado y lo incluyó más tarde]
Fue un momento de gran alegría para los Misioneros y para Eugenio en particular, pues veía que su ministerio daba fruto entre los jóvenes. Presenta un resumen conciso sobre el tipo de sacerdote que los Misioneros debían ser:
Ser agradable a Dios,
llevar un estilo de vida ejemplar
y estar al servicio del pueblo.
Fue la misma alegría que Jesús debió haber experimentado en el pasaje del Evangelio en el que el joven respondía a la pregunta de cuál era el mandamiento más importante:
Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
Lucas 10:27-28
Hippolyte Courtès respondió también correctamente – con la oblación de su vida a Dios expresada en el servicio sacerdotal a los más abandonados.
“El amor se ve en lo que hace.” Gladys Aylward