La furia de la Revolución Francesa había destruido la magnífica Iglesia Gótica de Notre Dame des Accoules en 1794, que había estado al servicio de la gente de Marsella desde 1205 (y como parroquia desde el Siglo X). Lo único que permanecía en pie era el campanario y la pared del santuario contra la falda rocosa de la colina. Era un crudo recordatorio de cómo la turba había perdido de vista los valores positivos que la Revolución había defendido y en el deseo de destrucción, había eliminado todo lo que habría podido dar a sus vidas un sentido duradero de dirección.
Veinticinco años después, en la misión predicada en 1820, los Misioneros de Provenza de Eugenio y los Misioneros de Francia de Forbin Janson, habían buscado restaurar la fe de los habitantes de Marsella, ayudándoles a reconstruir su vida en los principios cristianos. Todas las misiones terminaban con la erección de la cruz de la misión como un recordatorio permanente de esos días de gracia. Escogieron la pared remanente de la iglesia destruida como un importante recordatorio para erigir el gran crucifijo de la misión.
Yvon Beaudoin explica:
Charles de Forbin-Janson, superior de la gran misión predicada en Marsella en 1820, de acuerdo a su costumbre pronta y eficiente, eligió este lugar para levantar la gran cruz de la misión. En tan sólo cinco días había recolectado cerca de 60,000 francos, había hecho limpiar el lugar y construido una pequeña colina representando el Calvario y debajo de ella, una gruta que representaba el santo Sepulcro. Una reja de acero cercaba el lugar. Muchos de los habitantes de Marsella visitaban el lugar.
“Marsella, El Calvario” en el Diccionario Histórico Oblato, Volumen 1 http://www.omiworld.org/dictionary.asp?v=5&vol=1&let=M&ID=813 . (Pueden también eoncontrar algunas fotografías en este portal)
En 1821 era un lugar de oración y peregrinaje, por lo que las autoridades de la Diócesis solicitaron a Eugenio ser responsable del simbólico lugar. Fue un lugar importante en la historia de los Oblatos.
“Qué espléndida es la cruz de Cristo! Trae vida, no muerte; luz, no obscuridad; paraíso, no su pérdida. Es el madero en el que el Señor, como un gran guerrero, fue herido en manos, pies y costado, pero por ello curó nuestras heridas. Un árbol nos había destruido; un árbol ahora nos trajo vida.” Theodore de Studios