Eugenio continúa su reflexión de mantener la unidad en el pequeño pero creciente grupo de Misioneros. Su papel particular como Superior General fue el asegurar que cada miembro viviera por el espíritu de la fundación. Los superiores locales de cada comunidad compartían esta responsabilidad.
Libre es cada cual individualmente en nuestra Sociedad para dirigirse al Superior a fin de comunicarle sus ideas sobre todo y hasta sobre el cambio y la mejora de lo que está confiado a su disposición;
los superiores locales tienen una obligación más estricta
todavía, pero nunca jamás será permitido tomar la iniciativa de cambiar, de perfeccionar si queréis, unos usos en vigor en toda la Sociedad, aún con cualquier cláusula o restricción que queráis poner en ello.
Las reflexiones individuales y sugerencias de cambio no eran represivas, pero debían ser presentadas en la reunión de toda la Sociedad, llamada Capítulo General, que tenía el poder de tomar decisiones que afectaban a todo el grupo y cambiar las Reglas:
La época del Capítulo General se acerca, si no me equivoco, y será el momento entonces de proponer todo cuanto os guste.
Esa Asamblea tendrá el derecho de discutir y deliberar y sus resoluciones serán valederas; hasta entonces no hay de legítimo sino lo que está ordenado por el Superior General…
Carta a Henri Tempier, 13 de marzo de 1821, EO VI núm. 63
Este papel se ha mantenido a lo largo de nuestra historia y se expresa hoy en día como:
El Superior general es el vínculo viviente de unidad en la Congregación. Con el ejemplo de su vida, con su celo apostólico y su afecto a todos, estimulará la vida de fe y de caridad de las comunidades para que respondan más generosamente a las necesidades de la Iglesia.
CC&RR, Constitución 133
“El liderazgo efectivo es dar prioridad a las cosas importantes. La administración efectiva es la disciplina de realizarlas.” Stephen Covey