SIN ÉL, YO NUNCA HUBIERA CONOCIDO A DIOS

El amigo de Eugenio, el Padre Forbin Janson estaba visitando Roma, y aquí le pide encontrar la tumba de don Bartolo Zinelli, quien había sido el mentor de Eugenio en Venecia. Lo que Don Bartolo había sido en la vida de Eugenio como adolescente, ahora el mismo Eugenio intentaba serlo en las vidas de los jóvenes de Aix.

Infórmate si hay todavía en Roma algún Padre de la Fe. Si lo encuentras, háblale de mi querido y santo maestro el P. Bartolomé Zinelli, muerto en Roma en olor de santidad en 1802. Haz que te lleven a su tumba para rezar allí en mi nombre, con todo el fervor de que seas capaz, para obtener de Dios por su intercesión todas las gracias que tantas veces pidió para mí mientras estaba en la tierra.
Aunque tengo buen número de cartas suyas, llenas del espíritu de Dios que siempre le animó, y aunque poseo varias cosas que vienen de él, si pudieras obtenerme algunas de sus reliquias, me harías un regalo inapreciable. A ese santo sacerdote es a quien debo la pequeña brizna de piedad que tan mal cultivo. Sin él, yo nunca hubiera conocido a Dios.

Carta a Forbin-Janson, junio1814, E.O. XV n 125

Resulta interesante considerar que Eugenio pasó muchos meses en 1825-1826 en Roma en la casa religiosa de San Silvestre en el Quirinal, en cuya capilla estaba enterrado don Bartolo. En 1832 Eugenio fue ordenado obispo de Icosia en esta misma iglesia en presencia de los restos mortales de una de las personas más significativas en su vida.

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