COMPARTIENDO LOS MOMENTOS IMPORTANTES DE LA VIDA

La bendición de la estatua fue la oportunidad para que Eugenio pasara el día en reflexión con los miembros de la Congregación de los Jóvenes sobre el papel de María en sus vidas. Por la tarde otros miembros laicos se unieron a los Misioneros y los jóvenes en su celebración. Después de todo ello, Eugenio estaba cansado y permaneció en la iglesia para rezar en paz, mientras los demás salieron en procesión.

Acabo de terminar el oficio, muy querido y muy buen hermano, el silencio reina en la casa, no está enturbiado sino por el sonido de una campana lejana que anuncia la salida de la gran procesión.
Contento de los homenajes sinceros que acabamos de tributar a nuestra Madre, al pie de la bella estatua que acabamos de levantar en su memoria en medio de nuestra iglesia, dejo a otros el cuidado de honrarla con la pompa externa de un cortejo que no ofrecería nada de edificante para mi piedad tal vez demasiado exigente.

Lleno de una sensación de paz después de la fuerte experiencia espiritual, lo más natural para Eugenio fue querer compartirla con Henri Tempier, quien se encontraba a 200 kilómetros, en Laus.

Este tiempo debe ser empleado en entretenerme contigo, mi querido amigo, en las dulces efusiones de nuestro corazón. ¡Ojalá pudiera comunicaros todo cuanto he sentido de consuelo en este hermoso día consagrado a María nuestra Reina!

Carta a Henri Tempier, Agosto 15, 1822, EO VI núm. 86

 

El hecho de que pueda plantar una semilla y que ésta se convierta en una flor, compartir un poco de conocimiento y que se convierta en el de otro, sonreír a alguien y tener una sonrisa en respuesta, son para mí ejercicios espirituales continuos.”     Leo Buscaglia

Esta entrada ha sido publicada en cartas y etiquetada como , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *