En oración frente a la imagen recién bendecida, Eugenio había tenido un momento de profundo consuelo, al recibir un vistazo profético del futuro de los Misioneros Oblatos. Esta pequeña planta que crecía, tenia sin duda la bendición de Dios y esta conciencia sería lo que mantendría a Eugenio fuerte al afrontar las dificultades.
De manera realista había tomado conciencia de la responsabilidad personal que tenía, como superior, para asegurar el crecimiento santo de su familia misionera.
Mi único motivo de dolor venía a atemperar y casi a amortiguar por entero la alegría a la cual me hubiese dejado llevar con gusto, era yo mismo. Me he visto como el único obstáculo verdadero al gran bien que podría operarse,
De concentrarse más en su santidad personal y vivir más plenamente su ideal de “todo por Dios’, Dios podría entonces trabajar con más fuerza por la Congregación:
pero no veo sino en bloque lo que tendría que hacer para ser más útil para la Sociedad y para la Iglesia. La conclusión era que con más virtud, tendría más luces y más habilidad para superar los obstáculos.
Carta a Henri Tempier, Agosto 15, 1822, EO VI núm. 86
“La oración no es el entretenimiento ocioso de una mujer mayor. Bien entendida y aplicada, es el instrumento de acción más poderoso.” Mahatma Gandhi