Era natural que Eugenio compartiera sus preocupaciones y la confianza que Dios le había dado, con el Misionero más allegado a él, Henri Tempier.
Quería al comienzo de mi carta, deciros, mi querido amigo, cómo había quedado impresionado por los sentimientos que me expresáis de modo tan edificante en vuestra última carta.
He reconocido en esa primera página al verdadero religioso, al hombre recto, al corazón bueno, a un querido Tempier de toda una pieza.
Agradezco también sin cesar a Dios haberme asociado a usted y le ruego le llene cada vez más de su espíritu para nuestra mayor ventaja común.
Carta a Henri Tempier, Agosto 15, 1822, EO VI núm. 86
El legado de Eugenio a sus Oblatos continua hoy en día, según leemos en nuestras Reglas:
Para mantenerse fieles, cuentan con la amistad y la vida fraterna, con el compromiso apostólico para con todos, con la oración y la mortificación. CC&RR, Constitución 18
Sabrá cultivar amistades sinceras que enriquezcan su personalidad de hombre apostólico y le hagan más apto para amar con el corazón de Cristo. CC&RR, Regla 18b
“En la vida de todos, en algún momento, se extingue nuestro fuego interno. Es entonces que el encuentro con otro ser humano lo enciende de nuevo. Todos debemos agradecer a quienes reavivan nuestro espíritu interno.” Albert Schweitzer