Debido a que el Clavario, en Marsella, era un santuario centrado en el Salvador Crucificado, los laicos que se asociaban a este lugar se ponían bajo la protección de Nuestra Señora de las penas –con el escapulario como un signo distintivo de pertenencia. Ellos querían imitar a María, quien permaneció a los pies de la Cruz de su Hijo.
Reproduzco estos detalles porque forman parte de la historia y tradiciones de nuestra familia Mazenodiana, como describe Rey:
Aquel mismo día, 3 de Mayo, al finalizar la procesión principal, el Vicario General bendijo solemnemente las representaciones del Vía Crucis, que habían sido erigidas y llevadas por la gente en oración con anterioridad. La creación canónica de las dos asociaciones había sido promulgada durante la misa cantada por el Vicario General. Los sacerdotes habían dado su consentimiento a las Reglas que el Arzobispo de Aix había aprobado, solo con la condición de que fuesen completadas mediante el acuerdo entre su Vicario General, todos los párrocos y los Misioneros. El Vicario General bendijo y distribuyó el escapulario de nuestra Señora de las Penas, el signo distintivo adoptado por los miembros de ambas cofradías.
Rey I, capítulo VII
“La cruz es puesta sobre cada cristiano. Esto comienza con la llamada a abandonar los apegos de este mundo. Es aquella muerte al hombre viejo que es el resultado de su encuentro con Cristo. Cuando nos embarcamos en el discipulado nos entregamos a Cristo uniéndonos a Su muerte – dejamos nuestras vidas a la muerte. Como esto ocurre al comienzo de nuestra vida Cristiana, la cruz nunca puede ser un simple final trágico para una vida religiosa diferente. Cuando Cristo llama a un hombre, le invita a venir y morir. Puede ser una muerte como aquella de los primeros discípulos, quienes habían dejado casa y trabajo para seguirle”. Dietrich Bonhoeffer