Después de la salida de Napoleón, las cosas estaban cambiando en Francia y el Papa había pedido que la predicación de misiones fuera usada para restaurar el estado de la asolada Iglesia francesa. El amigo de Eugenio, Charles Forbin Janson, respondió inmediatamente formando un grupo de predicadores, al que también fue invitado Eugenio. Eugenio respondió:
Pues yo no pienso en ello por el momento. Aparte de que me falta todo para trabajar con éxito, sobre todo con sacerdotes, preveo que pronto voy a ser incomodado. Mi padre y mis tíos están a punto de regresar. A su llegada, tienen necesidad indispensable de mí. Luego tendré que colocarlos.
Después, quedaré libre, si es que eso es posible, pues desde ahora y desde hace tiempo soy el servidor [de todos] y estoy a disposición del primero que llega. Aparentemente esa es la voluntad de Dios.
Carta à Forbin-Janson, el 12 de septiembre 1814, E.O. XV n 128
La semilla de una futura dirección parece haber sido plantada en la mente de Eugenio- pero por el momento, encuentra la voluntad de Dios en sus ocupaciones actuales.