Mientras, en Marsella, Eugenio le confió a Tempier la tarea de hacer una “visita” a la comunidad de los Misioneros en el Calvario. El término “visita canónica” en la vida religiosa hace referencia a una visita oficial y un análisis de la vida de una comunidad por el superior general o alguien delegado por él. No era una inspección subjetiva por parte del superior, sino una evaluación de la comunidad de cuán fielmente estaban los Misioneros viviendo el carisma en su vida espiritual y comunitaria, y de cómo se expresaba esto en sus actividades misioneras. La única directriz era la Regla de Vida que habían redactado y aceptado en 1818. De este modo, se insistía incesantemente en la fidelidad a esta Regla y a su espíritu.
Es urgente establecer la Regla tal como debe ser observada en todas partes.
Una parte de la marcha fluida de una comunidad y de su misión consistía en guardar registros y crónicas. Eugenio particularmente quería que cada comunidad hiciera sus propias crónicas (‘un códex histórico’) de sus actividades para una referencia futura. Los historiadores hoy día lamentan que los Oblatos del pasado estuvieran siempre demasiado ocupados con su ministerio como para conservar sus crónicas hasta la fecha y por ello nos encontramos muchas lagunas en nuestro conocimiento de la historia de la familia Mazenodiana.
Entre otras cosas no descuidéis los libros registros indicados, en los que consignaréis la historia de nuestro establecimiento en Marsella haciéndola re montar hasta la misión.[ed. la misión de la ciudad llevada a cabo en 1820]
Carta a Henri Tempier, 3 Abril 1823, EO VI n 101
Todavía hoy, la Regla de Vida Oblata continúa haciendo eco de estos sentimientos de Eugenio:
Por su oblación, cada Oblato asume la responsabilidad del patrimonio común de la Congregación expresado en las Constituciones y Reglas y en nuestra tradición de familia. Se le exhorta a dejarse guiar por estas normas con una fidelidad creativa a la herencia legada por San Eugenio de Mazenod.
CC&RR, Constitución 168
“No es sabio violar las reglas hasta que no sabes cómo observarlas” T. S. Eliot