1814 no había sido sólo el año del cambio político en Francia, también fue el año en el que Eugenio había estado al borde de la muerte. Su seria enfermedad lo había dejado débil y en esta carta muestra una parte de su lucha por continuar con energía y con fervor. Él está empezando a reconsiderar la expresión y dirección de su vocación. Sueña con la paz de una vida contemplativa en un monasterio, pero en realidad no puede abandonar las necesidades de aquellos a los que ayudaba. Se siente el cansancio en sus palabras:
[Siento poco] gusto por este oficio; no sé si no me hará cambiar de vocación. Suspiro a veces por la soledad; y las Órdenes religiosas que se limitan a la santificación de los individuos que siguen su Regla sin ocuparse de los otros más que con la oración, empiezan a ofrecerme algunos atractivos. No me repugnaría pasar así el resto de mis días; cierto que entonces sería un poco diferente de lo que era. ¡Quién sabe! Tal vez termine ahí.
Cuando no tenga a la vista las necesidades extremas de mis pobres pecadores, no sentiré tanta pena por no ayudarles. Bien puede suceder, por otra parte, que me persuada de que les seré más útil de lo que les soy en realidad. Mientras tanto, sin embargo, mi tiempo y mis cuidados son para ellos.
Carta à Forbin-Janson, el 12 de septiembre 1814, E.O. XV n 128