Desde el momento en que Eugenio llegó a Marsella como Vicario General de su tío, comenzó su sufrimiento. La diócesis había estado vacante por dos décadas y había mucho que cambiar y hacer. Esto implicaba incomodar a la gente que había estado cómoda y sin intención de cambiar por el bien común de la diócesis. El Obispo Fortuné era anciano y mientras que todas las decisiones eran tomadas por él, dependía de Eugenio y Tempier ponerlas en práctica – en ocasiones a un alto costo personal. Tres días después de su llegada a la ciudad, Eugenio escribió a Courtès en Aix
No inicio el capítulo de los lamentos y de las penas que sería inagotable. Marsella hubiese sido inaguantable para mí si me hubiesen visto llegar con agrado y si se me hiciera la justica que sé me merezco; juzga lo que debe ser cuando considero que Lucifer no hubiese sido más maldecido, si se hubiese presentado para arrancar sus almas… No creas sin embargo que todos esos clamores me intimidan, ni todo aquello con que se me amenaza. Es a los Príncipes, es al Rey, es al Papa que se debe escribir; los liberales se han encargado de esa última gestión.
Todo ese ruido, se hace para apoyar a tres sacerdotes, diré casi tres refractarios.
Carta a Hippolyte Courtès, Agosto 13, 1823, EO VI núm. 112
Yvon Beaudoin explica en el antecedente de su carta:
M. Rodet y los Misioneros de Francia establecidos en Marsella habían hecho campaña en contra del nombramiento del Obispo Fortuné de Mazenod. Él, después de haber consultado a M. l’abbé Jean Marie de la Mennais, Vicario General del Gran Almoner, pidió a M. Rauzan llamar a sus misioneros. A la entrada del nuevo Obispo a la diócesis el domingo 10 de agosto, los Misioneros de Francia aún se encontraban en el lugar y algunos de sus simpatizantes organizaron demostraciones públicas en su contra. Su resentimiento se enfocaba especialmente al Padre de Mazenod, a quien hacían responsable de las medidas tomadas por el Obispo Fortuné, aun cuando realmente era la decisión personal del último, de proceder en tal forma. (Nota al Calce 2 en EO VI núm. 112)
“Te acostumbras al rechazo y no lo tomas a manera personal.” Daniel Craig