No todos en Aix estaban contentos con la partida de Eugenio, habiendo un sentido de pérdida e inseguridad en la comunidad, ocasionada por la ausencia de su fuerte personalidad. Marsella no fue la única diócesis al sur de Francia que se restauró después de la Revolución. Lo mismo sucedió en la diócesis vecina de Fréjus y el nuevo Obispo se encontraba en búsqueda de clérigos. Su atención se concentró en dos de los Misioneros en Aix y comenzó a exigir su regreso.
Yvon Beaudoin explica el antecedente: “Los Padres Deblieu y Maunier, primeros compañeros del Fundador, dejaron la Sociedad en octubre de 1823. Acusaron a los Padres de Mazenod y Tempier de haber aceptado el puesto de Vicarios Generales de Marsella, comprometiendo el futuro de la Sociedad, sacrificándolo por los intereses de una diócesis y de tal vez estar motivados incluso por la ambición personal (RAMBERT, I, 374). Sin embargo, esto fue sólo un pretexto, pues habían venido de la diócesis de Fréjus, que como la de Marsella, había sido recién restablecida. El nuevo Obispo, C. A. de Richery, llamó a los sacerdotes originarios de su territorio y declaró nulo cualquier compromiso adquirido en prejuicio de una tercera entidad, de los sacerdotes que habían prometido obediencia previa a algún obispo. Teniendo ya poca inclinación a las exigencias de la vida religiosa y de ahí en adelante sin el compromiso a sus votos y atraídos por la promesa de funciones importantes, los dos Padres se beneficiaron de las circunstancias de volver a Fréjus.” (Nota al calce EO VI núm. 114)
Hippolyte Courtès era ahora el superior de la comunidad de Aix y escribió a Eugenio para informarle de la inminente partida de Deblieu. Eugenio respondió:
Aunque la esperaba desde hace tiempo, mi querido amigo, la apostasía que me anuncias próxima a estallar, esta infamia es tan monstruosa que apenas puedo convencerme que sea posible.
He ahi en lo que ha concluido tanta paciencia y el aguante del sujeto más imperfecto que sea posible concebir…
Adiós querido mío, tus sentimientos son para mi corazón un verdadero alivio; pero en una circunstancia tan penosa, me cuesta mucho no poder rodearme de todos mis verdaderos hijos para ayudarnos mutuamente a sobrellevar una desgracia que nos es común, ya que pesa sobre la Sociedad.
Carta a Hippolyte Courtès, Octubre 9, 1823, EO VI núm. 114
“La fe es subir el primer escalón, aun cuando no veas toda la escalera.” Martin Luther King, Jr.