LOS HOMBRES DE LOS OBISPOS – COMO MISIONEROS RELIGIOSOS EN COMUNIDAD

Por el bien de la paz, Eugenio concluye su carta al Obispo de Fréjus aceptando el hecho de quienes dejaron a los Misioneros para volver a la diócesis.

Porque en fin, ya que los que han provocado la decisión de su Consejo quieren dejarnos, que se vayan;

Luego resume las características principales de lo que es la vida religiosa de los Oblatos: una comunidad de misioneros cuya meta es ayudarse mutuamente en su relación con Dios y su ministerio. Vuelve a las tres bases esenciales no-negociables de la vocación Oblata: espiritualidad personal y vida comunitaria por el bien del ministerio apostólico. SER para HACER.

Pero ¿sería posible, Monseñor, que Ud. cuya bondad y dulzura son tan conocidas, quisiera forzar la voluntad del muy pequeño número de nuestros hermanos que prendados de la santidad de vida que se lleva en nuestras casas, sintiendo la atracción de una vocación particular por la práctica de algunas virtudes más eminentes, con una gran regularidad de conducta, deseosos de aprovechar las ventajas inapreciables de la vida de comunidad, sin renunciar por ello al ejercicio del ministerio, considerando como su mayor dicha vivir entre nosotros, que Ud. quisiera, Monseñor, arrancarlos del asilo que la Providencia les ha proporcionado, en el que dos de ellos, de tres que son, han sido formados desde su infancia y a costa nuestra? Nunca lo creeré….

Carta al Obispo C.A. de Richery de Fréjus. Noviembre 12, 1823, EO XIII núm. 44

Al mencionar lo principal en la vocación de los Oblatos, Eugenio termina su carta con tono pacífico. De ahí en adelante, quedó restaurada la armonía y los Misioneros pudieron continuar con su buen trabajo.

Pero todo ello subrayó la necesidad de buscar la aprobación papal para la Congregación de los Oblatos en algún momento y dejar de estar a merced de las extravagancias de los diferentes obispos. Tardaría más de dos años de trabajo para que se hiciera realidad.

“..diversidad de operaciones pero es el mismo el Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común… Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. 1 Corintios 12:6-12

Esta entrada ha sido publicada en cartas y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *