Siempre fueron claros el objetivo y métodos de la predicación de los Oblatos: propagar la Palabra de Dios a los más abandonados, hablando sencillamente en su idioma. En la época de Eugenio, era el provenzal – y sólo en raras ocasiones permitía a los Misioneros desviarse de ello.
Aquí tenemos un ejemplo. No sabemos a quienes se refiere Courtès como “audiencia de elite”, pero Eugenio le autorizó a predicarles bajo ciertas condiciones.
Como tengo la costumbre de decidirme, siempre apoyado sobre alguna buena razón, he aquí la que me hace aguantar que te apartes de lo que nuestras Reglas prescriben con relación a la instrucción que damos a las gentes.
Si te he autorizado a predicar en el género que has adoptado, a preparar unos sermones para auditorios selectos, es porque no quiero poner obstáculos al desarrollo de tu genio, y que cuento con que dejarás huellas de lo que produces, de tal suerte que después de ti otros puedan utilizar esas composiciones. Hace falta para eso que escribas y después corrijas con cuidado tus sermones.
Si defraudaras mi esperanza y que no escribieses tus sermones, ya no tendría motivos suficientes para permitirme una excepción que presenta unos inconvenientes que deben necesariamente ser compensados; es en efecto un gran inconveniente no ser escuchado sino de la mitad y de los tres cuartos de los oyentes.
Carta a Hippolyte Courtès, Enero 28, 1824, EO VI núm. 129
Tenemos otros ejemplos de cuando Eugenio reprendió a un Oblato por predicar en francés, para desventaja de quienes se encontraban en la iglesia, sin poder comprender. Era a quienes no llegaban las estructuras de la Iglesia, a quienes los Oblatos debían acercarse. En tanto hubiera alguien de ese grupo presente en la congregación de la iglesia, era a ellos a quienes los Misioneros habrían de enfocarse.
“Permite que tu religión sea menos una teoría y más una aventura amorosa.” Gilbert K. Chesterton