Elegido desde lo alto para representar en toda la tierra al Pastor Soberano de las almas, ve a la Iglesia incesantemente, obligado a soportar terribles ataques y sostener grandes combates. Siente toda la angustia de la esposa de Jesucristo. Su corazón es alcanzado por todos los golpes dirigidos a ella y desgarrado por las heridas que ella recibe. Su cabeza lleva la corona de espinas del divino Salvador bajo la tiara del Rey Pontífice. Y como Jesucristo desde lo alto de la cruz, su Vicario desde lo alto del trono del Príncipe de los Apóstoles, da un gran grito al mundo.
Carta Circular del Obispo Eugenio de Mazenod a la gente de Marsella, Junio 12, 1847,
EO III carta circular 3