Henri Tempier se había alejado de la “esclavitud” del trabajo administrativo de la Diócesis de Marsella por algunas semanas, pasando tiempo con la comunidad Oblata de Notre Dame du Laus. A su regreso a Marsella, Eugenio escribió al superior de Laus:
El P. Tempier ha regresado muy mejorado; es que se está mucho mejor en casa y con los suyos que en una galera.
Reitera que en el corazón del Oblato lo importante es estar conectado a la vida de la familia y vivir la Regla de Vida en la práctica en comunidad. Separado físicamente de la comunidad, hace lo mejor posible por vivir en el espíritu, de acuerdo a las circunstancias donde Dios le coloque. Doquiera que esté, sigue siendo parte del grupo.
Los hombres tomarán las cosas como quieran, darán a las cosas el valor que quieran; en cuanto a nosotros, sólo suspiramos en pos de la dicha de ocuparnos de nuestra familia, de vivir según la letra y no sólo según el espíritu de nuestras Reglas, como estamos obligados a hacerlo en la posición en que Dios nos ha puesto, en la que sin embargo hacemos lo mejor posible
Carta a Pierre Mye, Junio 16, 1824, EO VI núm. 144
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