Eugenio siempre se preocupaba acerca de la salud de los Oblatos, pero nunca de la propia. Aquí, la comunidad de Aix trata de convencerle de no pretender que su cuerpo no tiene necesidades. Rey nos narra:
La casa de Aix fue siempre la favorita del P. de Mazenod – era el lugar “que añoraba su corazón y donde constantemente deseaba estar.” Por algunos días hubo de recibir tratamiento en las aguas termales de Aix: un dolor agudo había afectado repentinamente su brazo izquierdo y no cesaba. El Hermano Guibert era el vocero de todos, al escribir al Fundador “Le rogamos, querido Padre, cuidar un poco más de usted. Creo que actúa cual si no tuviera cuerpo. Necesitamos tanto de usted – y su brazo sobre todo. ¿Por qué aplazar las aguas termales para otra ocasión? ¿Y si el aplazarlo le ocasionara algún perjuicio? Quiera el buen Dios todo esto no acarree consecuencias … Cuide de usted, o mejor aún, regrese y nosotros nos haremos cargo de cuidarle”
Rey I pág. 333
No te preocupes más de mi brazo, mi querido amigo, está radicalmente curado; mi viaje será pues para después de Pascua, porque la necesidad sólo hubiese podido obligarme a quitar mi cadena en este momento. Te agradezco mucho el interés que has tomado por mi enfermedad pasajera. Me habría consolado de no estar curado con el gusto que hubiese sentido al pasar unos días seguidos contigo.
Carta a Joseph Hippolyte Guibert, Abril 1824, EO VI núm. 132
“Es menester mantener la buena salud del cuerpo… de otra forma no podremos conservar la fuerza y claridad de nuestra mente.” Buddha