Desde el inicio mismo, el espíritu de expansión de Eugenio vio más allá de sus fronteras hacia otras áreas de alcance misionero a los “más abandonados”. En 1818 había escrito en la primer Regla de Vida:
y aunque por su escaso número actual y por las necesidades más apremiantes de los pueblos que los rodean,
tengan que limitar de momento su celo a los pobres de nuestros campos y demás, su ambición debe abarcar, en sus santos deseos,
la inmensa extensión de la tierra entera
Regla de 1818 Capítulo primero, §3. Nota Bene. Missions, 78 (1951) pág. 15
Seis años después, hemos visto cómo escuchó y quiso responder al llamado de los abandonados más allá de la frontera francesa, en la diócesis de Niza.
Haz rezar todos los días para que Dios dirija las oposiciones que el demonio ha debido suscitar contra el establecimiento propuesto que debe ser tan ventajoso para nuestra Sociedad y tan nocivo al infierno, porque no podríais creer la necesidad que este país tiene de nosotros.
Carta a Hippolyte Courtès, Julio 24, 1824, EO VI núm. 147
Desafortunadamente, el gobierno de Cerdeña tenía sospechas de los misioneros extranjeros en su territorio, por lo que el proyecto de un centro de misión en Niza nunca se materializó.
“La duda inicia sólo en la última frontera de lo posible.” Ambrose Bierce