Eugenio envió a dos nuevos candidatos con Hippolyte Courtès en Aix para unirse a los Misioneros.
Me felicito del envío de los dos de quienes me hablas y estoy contento de que te hayan gustado.
Uno de ellos era Jean Hermitte, de Marsella, quien se distinguiría como predicador a lo largo de toda su vida misionera.
Eugenio vio este flujo de vocaciones como un “buen viento” que mantenía el avance de los Oblatos, pero remarcaba la necesidad de oraciones continuas por las vocaciones.
Basta un buen viento para hacer vela a la mar; hace falta paciencia, confianza en Dios y oración.
No olvides ese último artículo. Cada Oblato debería hacer a esa intención una comunión semanal, pidiendo insistentemente a Nuestro Señor, inmediatamente después de la comunión, que mande hombres aptos para su obra..
Carta a Hippolyte Courtès, Noviembre 9, EO VI núm. 157
Nuestra Regla de Vida continúa enfatizando la misma idea:
Cristo no cesa de llamar a algunos hombres para que le sigan y anuncien su Reino. Hemos de ser conscientes de que por el gozo y la generosidad de nuestras vidas, otros son invitados a responder a este llamamiento.
Aprovecharemos todas las ocasiones para dar a conocer las urgentes necesidades de la Iglesia y del mundo, y el modo en que la Congregación trata de responder a ellas.
Rogaremos también y haremos que se ruegue al Señor para que mande trabajadores a su mies.
CC&RR, Constitución 52