Después de la ordenación sacerdotal de Hippolyte Guibert, Eugenio le escribió a Jean Baptiste Honorat, a quien no le fue posible estar presente en la celebración de la familia Oblata.
Dios sabe con qué alegría y qué indecible consuelo he pronunciado el “scio et testificor”. Habéis sido representados en esa ordenación, que se puede llamar de familia, porque todos los sacerdotes que formaban el “presbiterio” y que han impuesto las manos al elegido eran de la Sociedad. ¡Que Dios bendiga a nuestra familia!
Me parece que pidiéndole hombre como el que acaba de ser promovido al sacerdocio, hemos pedido todo cuanto nos hace falta. ¡Santos sacerdotes, he ahí nuestra riqueza!
Carta a Jean Baptiste Honorat, Agosto 18, 1825, EO VI núm. 194
Un cortador de mármol, con cincel y martillo, se encontraba convirtiendo la piedra en una estatua. Un predicador que le miraba, dijo: “Desearía poder martillar esos cambios en los corazones de piedra.” El artesano le contestó: “Tal vez podría, si trabajara como yo, de rodillas.” – A. T. Pierson