Hacia finales de 1825 los Oblatos consistían de 22 miembros profesos (15 sacerdotes y 7 escolásticos) y había comunidades en Aix en Provence, Notre Dame du Laus, Marsella y Nimes. Una misión en expansión requería personal suficiente para apoyarla y aquí comenzamos a ver las dificultades que Eugenio enfrentaba. No era sólo cubrir los puestos con Oblatos, sino equilibrar las necesidades de cada comunidad y misión con personal que fuera capaz de asegurarlo. Los hombres eran jóvenes y necesitaban guía y capacitación– por ello la importancia del papel del superior local.
Hippolyte Guibert, recién ordenado al sacerdocio a los 23 años, formaba parte de la comunidad de Nimes. En relación a ello, Eugenio le escribe a Pierre Mie, el superior:
Muy querido P. Mie: es una especie de pena que en el momento en que nos felicitamos de la promoción de nuestro querido P. Guibert al sublime sacerdocio de Jesucristo y cuando os prometíais probablemente sacar provecho de su celo y su buena voluntad, me veo forzado a anunciaros, que según todas las apariencias, me veré obligado a quitároslo. Quedaréis apenados, él sufrirá sin duda todavía más, porque si lo quito de Nimes, será para nombrarlo superior de Ntra. Sra. de Laus.
Al dar el motivo de este inesperado cambio de planes, vemos un atisbo de la muy humana situación en Laus, descrita con un toque de humor y exageración provenzal, aunque imperfecta al fin:
Desde que habéis dejado ese santuario, no hay orden ni por consiguiente regularidad. El P. Marcou se ha dejado convencer que estaba muy enfermo; ha ido a Veynes para cuidar su salud, se ha logrado porque escribe a uno de nuestros padres que está perfectamente restablecido; pero demasiado fiel a las recetas de las buenas mujeres que le han dado al marchar, emplea su tiempo y el de los demás en hacer esos remedios. El P. Touche, no siendo retenido por nadie, pasa su vida por los grandes caminos, declamando por todas partes unos sermones de los cuales nadie se preocupa; va constantemente a Gap, y vuelve, olvidando únicamente el asunto que tenía que tratar. De economía nada, nada de inteligencia para los intereses de la casa. Ha dejado estropear en los toneles las cosechas de dos años y no ha sacado ni un centavo de lo que nos corresponde como servicio de sacerdotes auxiliares, ayudas urgentes para las necesidades de veinte bocas jóvenes que devoran en Aix lo verde y lo seco. [ed. se refiere a los jóvenes en formación a convertirse en Oblatos].
En resumen, es indispensable y apremiante poner orden en todo eso…
queda el P. Guibert, que a pesar de su juventud, tiene mucho aplomo e impone por su firme aspecto. Le gusta el orden, entiende de economía, gustará infaliblemente a Mons. el Obispo de Gap. Siento la falta que hará en Nimes…
Espero vuestra respuesta y vuestras observaciones, pero os pido consideréis el bien general, independientemente de toda consideración personal.
Carta a Pierre Mie, Agosto 22, 1825, EO VI núm. 196
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